El don del Águila


Ya me di al poder que a mi destino rige.
Y no me aferro ya a nada, para así no tener nada que defender.
No tengo pensamientos, para así poder ver.
No temo ya a nada, para así poder acordar­me de mí.
Desapegado y sereno, me lanzaré
más allá del Águila para ser libre.

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